Hoy empecé el gimnasio, eso
amerita desarrollar ciertas inquietudes que me surgieron, hoy en la primera mísera
hora de ejercicio.
Primero y principal… ¿A
quien se le ocurre poner un gimnasio en el tercer piso? Como te explico que
cuando llegue a la clase ya estaba chivada, agotada, con ganas de ducharme e
irme.
Vestuario: Siempre está la exhibicionista,
que lejos de ser Pamela David, siempre es la mas vieja, la mas chota y la mas fláccida.
“A ver señora, yo me saco y
pongo la ropa en 33 segundos, ¿Porque usted tiene que estar una hora en concha
caminando por el pasillo? Es necesario?”, Claramente no, no lo es. Querida se
te ve hasta el punto “G” dejate de joder! COMPRENLE UNA BATA A LA
MUY HDP!!
Después están las que se
duchan, se cambian, se secan el pelo, se maquillan, se pesan, se pintan las
uñas, se hacen los pies… “Linda, es un gimnasio no un salón de belleza, forra,
si tenes un rato te hacemos el alisado definitivo ya que estás tan al pedo!!!”
El salón en si:
Por un lado está la gordita
humilde, que ya subió mas colorada que culo de mono, que ya se chivó de solo
subir las escaleras, que no entiende el funcionamiento de la cinta, que
confunde las calorías con los metros recorridos y que de solo mirar el
escalador ya siente que bajo 4 kilos… (ésta sería yo)
Y por otro lado tenes a la forra
que pesa 40 kilos porque tiene una pesa en la mano, sinó pesa 38. Que clavo
shorcito con onda, reloj deportivo, vincha, remera antitranspiración,
zapatillas con 50 cm
de resortes y agujeritos de respiración hasta en las medias, éstas minas no
suben a la bici, ni caminan en la cinta, corren como Rocky cuando entrenaba para
fajar al Alemán, escalan, hacen pesas, se miran al espejo, toman agua, se secan
la transpiración, hacen abdominales, no paran el culo ni 2 minutos. Odiosas!
En fín, si sigo yendo (lo
dudo) podré ampliar.