miércoles, 5 de octubre de 2011

Una fobia jodida, los gimnasios.


Hoy empecé el gimnasio, eso amerita desarrollar ciertas inquietudes que me surgieron, hoy en la primera mísera hora de ejercicio.

Primero y principal… ¿A quien se le ocurre poner un gimnasio en el tercer piso? Como te explico que cuando llegue a la clase ya estaba chivada, agotada, con ganas de ducharme e irme.

Vestuario: Siempre está la exhibicionista, que lejos de ser Pamela David, siempre es la mas vieja, la mas chota y la mas fláccida.

“A ver señora, yo me saco y pongo la ropa en 33 segundos, ¿Porque usted tiene que estar una hora en concha caminando por el pasillo? Es necesario?”, Claramente no, no lo es. Querida se te ve hasta el punto “G” dejate de joder! COMPRENLE UNA BATA A LA MUY HDP!!

Después están las que se duchan, se cambian, se secan el pelo, se maquillan, se pesan, se pintan las uñas, se hacen los pies… “Linda, es un gimnasio no un salón de belleza, forra, si tenes un rato te hacemos el alisado definitivo ya que estás tan al pedo!!!”

El salón en si:
Por un lado está la gordita humilde, que ya subió mas colorada que culo de mono, que ya se chivó de solo subir las escaleras, que no entiende el funcionamiento de la cinta, que confunde las calorías con los metros recorridos y que de solo mirar el escalador ya siente que bajo 4 kilos… (ésta sería yo)

Y por otro lado tenes a la forra que pesa 40 kilos porque tiene una pesa en la mano, sinó pesa 38. Que clavo shorcito con onda, reloj deportivo, vincha, remera antitranspiración, zapatillas con 50 cm de resortes y agujeritos de respiración hasta en las medias, éstas minas no suben a la bici, ni caminan en la cinta, corren como Rocky cuando entrenaba para fajar al Alemán, escalan, hacen pesas, se miran al espejo, toman agua, se secan la transpiración, hacen abdominales, no paran el culo ni 2 minutos. Odiosas!

En fín, si sigo yendo (lo dudo) podré ampliar.